{Cap. 1} That's how I started to live

“Mi vida en la JE había empezado como todo un Junior. Me emocionaba bailar detrás de los senpais, me gustaba pasar tiempo con mis amigos jugando, ahí ya había hecho dos muy buenos amigos: Yabu Kota y Hikaru Yaotome.


Después de tres años de estar en la JE, nos hablaron a Matsumoto Kohei y a mí para hacer un nuevo grupo llamado J.J. Express, que compartiría escenario con YaYaYah, el grupo donde estaban Yabu y Hikaru.

Y así fue hasta que meses después nos dijeron que dos nuevos integrantes se añadirían. Estábamos en la sala de ensayos Kohei y yo, entró un secretario y nos presentó a esas dos personas, un niño de 10 años y otro de 12.

-Él es Nakajima Yuto-san, y él Arioka Daiki-san, inclúyalos en sus actividades pues ahora son un grupo de cuatro.
Kohei se acercó a saludarlos, y sentí algo realmente extraño al ver la sonrisa de aquél chico más alto, pero después Kohei me llamó y me acerqué a ellos.
-Inoo Kei desu
-Arioka Daiki, mucho gusto.
Y desde entonces, mi vida cambió.

En la escuela varios de mis compañeros llegaban a contarnos que ya habían tenido su primer sueño húmedo, ahora se creían ya todos unos hombres, otros, como yo, sólo nos sorprendíamos con sus historias. También era lo mismo en la JE, llegaban uno que otro Jr. y nos contaban que ya eran hombres y que ojalá y pronto los hicieran debutar. Ese era el sueño de todos.

Cuando cumplí 14 años, mamá me hizo una fiesta sorpresa en la casa. Llegué de la escuela y todos mis amigos Jr. ya estaban ahí. Comimos pastel, cantamos, bailamos y jugamos. Cuando se iban yendo me volvían a abrazar para volverme a felicitar y yo sólo sonreía y les agradecía el que haya venido. Daiki se acercó a mí, me abrazó y se fue, su mamá lo esperaba en la puerta.
En ese momento sentí la cosa más extraña hasta ese entonces. Mi corazón ya no latía de la misma forma y mis piernas temblaban, pensaba que me estaba enfermando.
Rato después todos se habían ido ya. Ayudé a recoger la casa, después llegó papá y nos comimos lo que quedaba del pastel.
Fui a mi habitación y comencé a quedarme dormido. Jamás olvidaré lo que sucedió esa noche.

Estaba en las duchas de la JE después de ensayar, abrí la llave y comencé a enjuagarme el sudor por haber bailado tanto ese día, volteé a la regadera junto a mí y ahí estaba Daiki, también bañándose, no le tomé mucha importancia, pues eso era normal, todos nos bañábamos juntos, pero dejó de ser normal cuando me abrazó, también era normal que me abrazara pero no cuando ambos estábamos desnudos. También lo abracé y él comenzó a besar mi cuello, sus manos acariciaban mi espalda y pecho, yo acariciaba su cabello. Me miró y me sonrió, se pegó más a mí, estábamos demasiado juntos que ni el agua que caía pasaba por entre nosotros; pecho con pecho, vientre con vientre y…

Me levanté sudando y con la respiración agitada. Miré mi entrepierna pues dolía, estaba nervioso, no sabía qué hacer, hasta que recordé que Shoon nos había dicho que si lo tocábamos dejaría de doler, así que eso fue lo que hice. Solté un suspiro y me tapé la boca, volví a hacerlo, en verdad se sentía bien. Comencé a mover mi mano más rápido, gotitas de sudor se formaban en mi frente, y como si mi mente me quisiera torturar empezó a pasar imágenes de Daiki haciendo lo que yo hacía, en vez de mis manos eran las suyas. Gemí cuando un líquido blanco y espeso cubrió mi mano, devolviéndome a la realidad.

Salí de mi habitación hacía la de mis papás, tenía miedo decirles lo que había pasado, pero en la escuela nos habían dicho que pasar por eso era natural en los hombres que entraban a la adolescencia, así que perdiendo el miedo entré a su habitación.
Les conté lo sucedido, claro, omitiendo que había soñado con mi gran amigo Daiki y que me había tocado.
Mi mamá se emocionó, me abrazó y me felicitó por ser ya un “hombrecito”, mi papá me contó cómo le había sucedido a él y me explicó lo mismo que en la escuela. Me mandaron a cambiar mis sábanas y a bañarme.

En la escuela otros compañeros llegaban con sus nuevas historias, pude notar que todos soñaban con chicas, ¿porqué yo tenía que soñar con mi amigo?
-Y tú Inoo-kun, ¿ya tuviste tu sueño?
-Yo… ya
-¿Y cómo fue?
-Sí, cuéntanos
-Bueno… había agua y… una chica, claro.
-WOW, Inoo-chan, ya me imagino lo demás.

Esa tarde en los ensayo no pude ver a Daiki de frente, cada que se acercaba trataba de evadirlo y me iba con quien sea, sobre todo con Yabu y Hikaru, pero Daiki siempre me encontraba… Bueno, después de todo no era un buen escondite si la sala de los YaYaYah estaba a un lado de la de nosotros. Y lo peor de todo es que Yabu y Hikaru metían a Daiki en nuestras conversaciones improvisadas.

Así pasaron los días hasta convertirse en semanas; trataba de evadirlo todo el tiempo, y es que no era normal soñar así con un hombre, sobre todo tu compañero, tu amigo casi hermano. Pero no podía evadirlo para siempre, llamó a mi casa y como mi mamá lo ama, me lo pasó a la fuerza.
-Buenas tardes Sra. Inoo, ¿está Kei?
-Oh Daiki, claro que si, enseguida te lo paso…
Mamá entró a la habitación y me dejó el teléfono.
-¿Bueno?
-¿Kei-chan? Soy Daiki
-Daiki…
-Quería hablar contigo
-Dai-chan, tengo tarea que hacer
-Sólo unos minutos
-Lo siento Daiki, me tengo que ir
-¿M e odias?
-¿Porqué…?
-Desde hace semanas que me ignoras, ¿hice algo malo, en tu cumpleaños te regalé algo que no te gustó o que tienes conmigo?
-Nada de eso Daiki… es sólo que...
-Sigo siendo niño, ¿verdad? Te juntas más con Hikaru y Yabu-kun porque son más grandes que yo, ¿verdad? Y como ya creciste ahora me ignoras
-No es nada de eso Daiki, en verdad
-¿Entonces cómo es? Ya no juegas con Yuto y conmigo, pero a Yuto le hablas más que a mí, y te recuerdo que es más chico que yo… Ahora sólo platicas con ellos, ya no juegas, pero, también puedes platicar conmigo
-Lo sé Dai-chan… discúlpame
-¿Amigos por siempre?
-Claro Daiki
-No me ignores de nuevo, por favor…
-No lo haré
-¡Gracias Kei-chan, te quiero!
Y esas palabras me revolvieron el estómago, o como dicen las mujeres “Sentí maripositas en el estómago”. Cuando ya no escuché más por el teléfono pude reaccionar.
-También te quiero Daiki…
Bajé a dejar el teléfono en su lugar, volví a mi habitación y me recosté en la cama, miraba las fotos más recientes… ¿Porqué Daiki llegaba a producirme tantas sensaciones? ¿Porqué él y no una niña? Y ya era obvio que mi mente estaba contra mía, me hacía imaginar cosas extrañas con él, quería parar de dejar de pensar esas cosas… Tenía miedo de lo que fuera esto.

Pasó el tiempo y traté de actuar lo más normal posible con todo el mundo, sobre todo con Daiki, aunque ya no me duchaba en la JE, ya no jugaba tanto, pues había descubierto que cualquier roce de su piel con la mía me hacía poner más nervioso de lo demás y podía despertar cualquier cosa debajo de mi cintura.
A Yabu le tomé más confianza y le conté todo lo que sucedía, él me explicaba cosas y me contaba lo que le pasaba a él, Hikaru también se unía con nosotros y hablábamos sin parar, fue ahí que me di cuenta que en verdad ellos dos eran y seguirán siendo mis mejores amigos, pues me entendían perfectamente con lo que me pasaba con Daiki.

Meses después tuvimos una mala noticia para el grupo, Kohei nos dejaba. Claramente me puse mal, porque él también había sido uno de mis mejores amigos, con él que estuve desde el principio en esto, y él que me hacía el favor de llevarse a Daiki cuando estaba a punto de volverme loco.
Nos juntamos con YaYaYah para su despedida. Unos lloraban, otros consolaban a los que lloraban, uno por uno se iba despidiendo de él. Cuando fue mi turno, me acerqué a él y lo abracé, jamás olvidaré sus palabras.
-Sabes, aún no sabes esto pero en unos años lo sabrás… Tú lo amas. Adiós Kei-chan
-Gracias por todo Kohei-chan, adiós y suerte
-Suerte a ustedes también.
Yuto, Daiki, Kohei y yo nos abrazamos, habíamos tenido un año muy bueno, y habíamos compartido tantas cosas. Kohei tomó sus cosas y dio media vuelta con una sonrisa y se fue. Daiki me abrazó.
Kei-chan, ojalá que ninguno de nosotros se vaya
-Ojalá y no.
Lo abracé y Yuto se unió a nosotros, parecíamos hermanos que acababan de separarse de su hermano mayor, ahora teníamos que dar más de nosotros, éramos los tres nada más.”

Recordaba Kei sentado en la mesa de un restaurant, viendo un álbum de fotos, escuchando como comenzaba a llover.